El Hotel

Escapando de mi familia, aparezco en el hotel Ibis, ese que está a una cuadra del Teatro General San Martín. Me registro y para mi asombro la habitación doble sale 50$. Es un buen precio, supongo… considerando el lugar. Busco en mi cartera la tarjeta de débito y descubro que no tengo nada más que una libreta con números sueltos en mi poder. Estoy angustiada porque sin la tarjeta no voy a poder tomar café con leche ni comer unas frutas. El botones me acompaña al cuarto que es gigante pero aún así no me gusta. El empapelado de las paredes es opresivo y no hay flores en ningún lado. Además el mini bar está vacío y en la televisión sólo se puede ver en continuado “El Padrino Parte III” con Andy García arruinando todo.
No sé cómo voy a hacer para pagar esto sin dinero. Llamo a Rotten y le pido que cubra todos mis gastos hasta que yo recupere mis pertenencias. Le escribo un mail urgente ya que necesito como mínimo 60$, pero algo ocurre y él no puede hacer la transferencia a tiempo. Como tampoco puedo abandonar el lugar si antes no pago, me obligan a quedarme allí para siempre. Fin.

repollitos de bruselas

Voy a las oficinas de Canal 13 a ver qué novedades tienen para mí y de paso a preguntar el precio de los repollitos de bruselas. Imagino que pueden llegar a ser ricos y tengo una nueva receta que deseo probar. De paso por la cafetería, me encuentro con Pablito Codevilla y mi amiga Carolina de Michele que están solucionando algunos temas tipográficos. Ambos me saludan y me informan que Alfredo (el hombre con la cara de Buster Keaton) se fue a vivir a Grecia. Yo les grito: ¡Mienten! pero ellos insisten con el tema. Yo no comprendo cómo fue que ocurrió esto ya que hace unas horas lo leí tuiteando desde Buenos Aires. Además pienso que de haberse ido así de golpe, al menos podría haberme avisado por mail. Prendo la televisión que está en la cafetería que da a Cochabamba y lo veo, de lo más campante, tuiteando desde allá. A todo esto, el rating de no sé qué programa no está funcionando y yo tengo que ir a revisar esas cuestiones con el chico del video club de mi barrio que se parece mucho a Mex Urtizberea. Reviso las planillas y veo que el sistema de mediciones se llama “Pablo Oriel”, igual que un amigo mío. Inmediatamente lo llamo a la casa, a ver si nos puede ayudar pero en su contestador nos informa que se fue a nadar un rato al club.

Buster Keaton inedito

Estoy en el cine loca de la emoción porque voy a ver la película inédita de Buster Keaton, en la que él es un niño o hace de niño tipo Billy Elliot. Y baila por las calles de Kansas siempre acompañado por un perro y un gato bebé y usa un tapado diseñado por mi abuela Juana que es un primor. La sala no está muy llena pero tampoco dejan ingresar más gente. La función es increíble y dura 10 horas sin cortes. Yo no me quiero ir pero me suena el teléfono y además es la hora del noticiero y necesito saber las novedades del mundo.
Rodolfo Barili de Telefé noticias comenta que en Vicente López hay una perra condecorada por salvar a 12 viejitos de morir en un incendio. Se llama “Chipi” y ya está todo arreglado para que le hagan un monumento. En eso muestran la foto en la pantalla y a mí me parece reconocerla de “El navegante”. Pongo el dvd y veo a la perra de Vicente López cuando todavía no era conocida moviendo la cola por las calles de California, saludando a los vecinos junto a Alfredo, “el hombre con la cara de Buster Keaton”. Busco un cospel para llamarlo por teléfono. Tengo que decirle que lo estoy viendo triunfar.

El coctel

Llego a la presentación del libro de una locutora muy famosa de radio y televisión. Me toca cubrir el evento para el programa de Jorge Rial ya que es todo muy “Sex and the city”. Hay bastante gente pero todavía no han llegado las celebridades y según me informan, la “red carpet” aún está sin estrenar. Me acerco a la barra donde un elegante Marcelo Polino me pregunta hasta qué hora pienso quedarme. La verdad es que no lo tengo decidido aún, pero para no arriesgarme demasiado le digo: “sólo 1 hora, marce”. Me pide la credencial, verifica mi nombre y se va a consultar algo con Marcela Tauro al fondo. Finalmente me dice: “Sos invitada sin derecho a coctel, querida”. Yo lo miro con el ceño fruncido porque me parece muy injusto todo aquello y me voy. En el camino me encuentro a mi amigo Pablo Bricker que está cubriendo el evento para MEGA. Hablamos de las complicaciones del tránsito a la hora de ir a sacar entradas para el cine y nos despedimos con un abrazo fraterno y un vale para un nesquik en el bar de Manucho, el lugar de las estrellas.

Ex novios

Estoy en la casa de Paola, la persona que me lee la borra del café desde el 2004. Me siento en una silla y charlo un poco con su hija Macarena. De pronto Pao me dice que según los dibujos que aparecen en la taza, ya va siendo hora de llamar a Maximiliano. Con el ceño fruncido le digo que eso va a ser imposible porque tiré sus números en un ataque de Feng Shui. Hace una buena tirada de tarot mientras Maca y yo nos miramos. “Acá está bien claro. ¿Ves esta carta? Bueh, tenés que llamarlo”. De pronto la vemos buscar algo en su cartera con mucha concentración hasta que por fin saca una libreta y me muestra dos números teléfonicos que yo reconozco inmediatamente. “LLAMALO”.
Me niego.
Me niego a llamar a mi ex por teléfono.
De ningún modo. Me agarra una angustia infinita, el dolor de saber que estoy empezando con todo esto de nuevo. Me duele el pecho. Tomo agua, un té. Un vaso de jugo y la angustia no se me pasa.
Entonces llama ella. “Hotel Provincial, buenas tardes”, dice una mujer del otro lado.

Caramelos para la garganta

Estoy en un estudio de radio con un grupo de operadores. Leo Vélez está sentado a mi lado intentando editar unos archivos de voz pero falta una parte y no la podemos encontrar por ningún lado. Buscamos y buscamos pero no aparece. Estamos preocupados pero por suerte yo tengo un paquete lleno de caramelos para la garganta. Hay de propóleo, de miel, de miel y menta y unos de tomillo. Si juntás dos y los ponés en un vaso con soda, obtenés una Tv-dinner pero si metés tres en el microondas, te sale un café con leche con espuma. Riquísimo.
También tengo un bolso gigante lleno de cacerolas de colores Lafont, de esas que usa Narda Lepes en su programa. Es mi cumpleaños y voy con todo eso a Plaza de Mayo. Mi tía me trae un regalo y una coca cola. Yo cierro los ojos imaginando un sobre con dólares. Cuando los abro encuentro un pijama celeste y blanco.