Meibl me dirige hacia un lugar y con la mirada me dice que según le contaron, es “prometedor”. Intento en creerle que es bueno y seguimos. Ni tiempo me da a desconfiar porque enseguida llegamos. El lugar está un poco desierto, por fuera es como una capilla vieja y pequeña parecida a la del video de November Rain .
Ingresamos y rápidamente comprendo que en realidad se trata de una galeriadearte/templodedios. La combinación no nos asombra y aún así tengo la telepática sensación de “he estado en mejores” rápidamente.
Las obras son gigantes, pintadas a la que te criaste… nada más y nada menos que simulando el estilo Pollock . Ya de entrada un punto abajo porque no nos conmueve o quizás esperábamos demasiado (seguro).
Al pasar las obras, decidimos darles una oportunidad teniendo en cuenta que era un lugar sagrado. Nos habíamos puesto muy herejes y criticonas y no daba. Entonces acordamos sólo interpretar los colores… ¡PARA QUÉ!
La gran Meibl enloquece cuando ve un cuadro muy ROJO pintado con brocha gorda, con los hilos de las cerdas del pincel muy pegados, grotescamente ocultos. Asumo que lo está asociando con el planeta Marte, pero no digo nada porque se encuentra en shock
A mi la obra no me genera tantatanta impresión aunque admito que no respondo muy bien al color tampoco .
Por dentro, el lugar no tiene nada que ver con una capilla o iglesia, salvo por la estructura. Las galerias se dividen muy correctamente con respecto a las obras (en lo personal incluso pienso felicitar al curador).
Ambas caminamos muy lento todo el tiempo hasta llegar a una habitacion que al parecer es la ultima de todas. Pero claro, ¿cómo no vamos a entrar?
La habitación es blanca y nos arregla el desorden de colores que veníamos absorviendo de antes. PAZ.
Nos sentamos en el piso y aparece un sacerdote joven y barbudo y saca un mazo de cartas.
Son las de “las hadas y los duendes” … El cura piensa que tiene que hacerme esa tirada y no le importa mucho mi respuesta porque así procede.
Arranca y me sale un duende y otro, y otro más. De pronto son como diez cartas de esos señores bajitos con sombreros.
-Ay no, Meibl… ¡no puede ser! ¡¡No los quiero!!
Sólo consigo pensar en las veces que se han reído de mí esos tipos o me han escondido algo, que sé yo.
Para mi gusto, el cura no es muy diplomático ni compasivo; las explicaciones son vagas y sin enfoque.
A Meibl le salen hadas de esas que posan en un tronco, vedettes con alas y brillantina… creo que en comparación esa tirada me parece más motivadora. De todas formas salimos indignadas y sin ganas de volver allí.
Y que el Señor nos perdone.